Conversaciones: Humberto Ak’abal, 2012


Por Mardonio Carballo

En este país pequeño 
todo queda lejos: 
las letras, 
la ropa,
la comida.
H.A.





Hace algún tiempo tuve la fortuna de conocer a Humberto Ak’abal. Hará como 10 años que vino a México para formar parte del elenco del Primer Festival Las Lenguas de América, curado por Carlos Montemayor y José del Val, bajo el auspicio de la universidad Nacional Autónoma de México.



Este festival bianual ha alcanzado ya su quinta edición y los nuevos días nos han traído una vez más al enorme poeta maya ki’che’ de Guatemala. La suerte y la justicia así lo quisieron, pues hace una tercia de años quisimos traerlo para otro festival, el Internacional de Poesía en Voz Alta, y en ese entonces el gobierno mexicano, a través de su consulado en Guatemala, le negó la entrada de forma grosera. Tenía que demostrar que poseía la cantidad de 2 mil dólares por cada día de su estancia en México. Eso le pareció —y me parece— un despropósito. Aun cuando logramos destrabar el trámite burocrático, Humberto se negó, con justa razón, a venir a México.

Una vez dados los antecedentes, transcribo sus palabras en una de las tantas charlas durante su última visita.

Humberto Ak’abal
¡Qué viacrucis para llegar finalmente otra vez a México! Unos 10 años para atrás era tan fácil. Y de hace 10 años para acá ¡qué complicado se ha vuelto venir apenas del otro lado!

En Guatemala tenemos 22 lenguas todavía en vigencia. Y qué bueno que todavía tengamos lenguas vivas en América, para seguir enalteciendo esta fuerza sanguínea que a través de los diversos idiomas que hablamos en América todavía hacemos presencia… es cierto que políticamente diríamos que ha sido desgraciada, pero en cuanto a sus lenguas, es todo lo contrario, seguimos con la misma dignidad de nuestros ancestros.

¿Qué triste, no? Comenzarnos a dar cuenta que antes no habían fronteras, solamente había lenguas. Ahora hay casi una lengua oficial que circula por toda América Latina y, desgraciadamente, las fronteras ya nos impiden el paso de un extremo a otro (…) de 10 años para atrás yo estuve viniendo a México sin ningún problema, participando en diversas actividades, porque todavía existía esa facilidad, que si la UNAM te invitaba era una garantía que venías a una actividad seria. Pero después se ha venido complicando a tal grado que ha sido realmente imposible. Recuerda cuando estuvimos en contacto contigo, no fue posible, realmente me impidieron el ingreso y no pude venir a acompañarles al festival; lo irónico es que yo también vivo temporadas en Suiza y cuando voy a Suiza a pedir una visa para México, como estoy allá, inmediatamente me la dan y soy el mismo individuo. Es muy triste porque estamos hablando de que hay una discriminación y eso es terrible.

(…) No hay nada más hermoso que acercarnos, vernos, oírnos, porque nuestras lenguas ha sido arrancadas de la tierra, tienen ese sabor de tierra, tienen ese sabor de manantial, tiene el aroma de nuestros bosques, de nuestras montañas, de la piedras y algo más: nosotros somos herederos de esta tierra que ha sido tristemente abonada con la sangre de nuestros ancestros.

De Guatemala
Realmente nosotros tenemos muchos problemas que superar. La Independencia en Guatemala se firmó en 1821 y, sin embargo, es claro que fue solamente para los que allá llamamos los criollos, es decir los descendientes de españoles que habían echado ya raíces en Guatemala.

El pueblo indígena ha seguido subyugado. Yo pertenezco al área de Totonicapán, que es la región ki’che’. En la población se organizan para protestar exigiendo sus reivindicaciones sociales ¿y cuál ha sido la respuesta? Pues sencillamente que llega la policía y el ejército y ahora tenemos que llorar a 10 jóvenes desarmados que han perdido la vida en esa protesta apenas el jueves pasado. Eso te da una idea de que eso que tendría que llamarse la equidad de correlación humana, en nuestros territorios sigue siendo una lucha difícil, y lo que nos mantiene con el alma en alto es el hecho de sentirnos orgullosos de nuestros ancestros, que también lucharon por una reivindicación… y todos tenemos derecho a comer a vivir y a tener paz, paz en el alma, paz en el espíritu y paz en la palabra.

Hasta aquí la palabra de Humberto Ak’abal, poeta maya ki’che’ de Guatemala. Y hasta aquí nuestra entregua de esta quincena. Que la palabra y la paz le sean.

Tlaskamati miak

Fuente: http://www.m-x.com.mx/2012-10-21/conversaciones-humberto-akabal-2012/

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